miércoles, 21 de abril de 2010

TENGO DUENDE...
Muchas veces me han dicho mis amigos
que al verme desde lejos caminar,
reconocen mi andar inconfundible
que les hace a los felinos recordar.
Ha llegado también a mis oídos
que mucho se habla de mi anatomía.
Se preguntan si hay algo artificial.
Aseguro que no. ¡Es toda mía!
Hay gente que celebra mi sonrisa.
Le atribuye encanto indefinible.
Hay otros que reprochan que sonría.
Les produce deseo irreprimible.
Se comenta la forma en que yo miro.
Encuentran diferente mi mirada.
Advierten en mi modo de mirar
un extraño fulgor o llamarada.
Hay también quien opina que mi boca
resulta demasiado atractiva.
Que un leve movimiento de mis labios
su corazón y glándulas activa.
Se afirma que mi modo de decir,
unido a una voz inconfundible,
posee un encanto especial
que por cualquier oyente es advertible.
Todo esto que muchos me atribuyen
debe tener, sin duda, una razón.
Y la razón es ésta: ¡Tengo duende!
Y es ésta la sencilla explicación.
Alguno se dirá "¿Y qué es el duende?"
Es un don misterioso, inefable,
que hace que quien es su poseedor
al hacer cualquier cosa sea agradable.
Tener "angel" es cosa algo distinta.
Es tener mucha gracia y simpatía.
Suelen decirme aquellos que me quieren
que yo también lo tengo en demasía.
El "angel" es un resplandor etéreo.
El "duende" nace de lo visceral.
Se dice que yo, tengo ambas cosas.
¡Es que el mío es un "duende" angelical!
VERA VALDOR

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