(A quiénes depredan los sentimientos)
1. El día que te encontré no cabía en mí de gozo.
Cual enfrentada chiquilla con algo maravilloso.
2. Te creí inverosímil. Me cautivó tu fineza.
tu extraña formalidad, tu viril delicadeza.
3. Creí un deber amarte. Un acto de dignidad.
Estética devoción que imponía seriedad.
4. Mas mi pobre sentimiento ultrajado por presiones,
para amarte en plenitud ya no estaba en condiciones.
5. Volví a sentir dolor. Esta vez por no poder
entregar todo mi amor, brindarte todo mi ser.
6. No obstante intenté el esfuerzo. Junté de mi amor
las fuerzas y reuní en un ramillete todas sus briznas
dispersas.
7. Y te amé con gran pasión. Amor lleno de primores,
de sutil orfebrería y de candentes ardores.
8. Y mi reserva de amor, por ti bien estimulada,
despertó de su letargo. Presto se vio acrecentada.
9. Fui respetuosa, sumisa, exhibí docilidad.
Era un estético amor de brillante calidad.
10. Yo advertía que tu amor, en forma pausada y queda,
me envolvía lentamente en suaves pliegos de seda.
11. Yo sentía que inundaba mi ser de dulce calor.
Con ternura y la tibieza de pétalos de una flor.
12. Mas comenzó mi desdicha... Mostrabas hostilidad
y tratabas de imponerme tu imperiosa voluntad.
13. Un afán de gobernarme, de imponerme tu rudeza.
De infligirme menoscabo con tu descortés franqueza.
14. Te adueñaste de mi vida. Con marcado desatino
tu voluntad jalonó los hitos de mi camino.
15. Sentí un sufrir corrosivo que pronto tuvo su efecto:
Se desgastaron de a poco los cristales de mi afecto.
16. Mas no acabó allí mi amor. Mellada su perfección
por reiteradas heridas, sufrió gran desolación.
17. Mi perplejidad angustiante, mi afecto en el ostracismo,
convirtieron mi paisaje en profundo y triste abismo.
18. Me sentí amordazada. Impedida de gritar
la explosión que generaba mi capacidad de amar.
19. Ya no podía expresar mi total adoración.
La mordaza que me ataba ceñía mi corazón.
20. Y mis vocablos de amor, tristemente consternados,
se hundían en mi garganta y quedaban sepultados.
21. Vocablos acumulados producto de este calvario.
Se asemejan a los huesos de un gigantesco osario.
22. Requiem para aquellas frases de frustrado amor dorado.
Que me impediste decir cuando viví a tu lado.
23. Un crimen de leso amor. Tu proceder yo lamento.
Debería ser punible el que mata el sentimiento.
24. Aún no pierdo la esperanza que cambie nuestro destino.
Y nos podamos amar sin un nuevo desatino
VERA VALDOR
Comentario de la autora:
Se dice que amar es no haber tenido jamás necesidad de
pedir disculpas. El dolor intenso que produce una
desavenencia, cuando queremos expresar el amor con
vocablos de exquisita terneza y no podemos hacerlo,
por estar amordazado por el predador.
La convivencia no respeta la uniformidad en los afectos.
Antes bien, la afecta en los detalles pequeños, en los
que casi inevitablemente se disiente.
El ideal es inasible. La solución, tal vez, estaría en la
no convivencia. Un luengo amor cuidado a fuerza de
separaciones que incluyan horas, días, encuentros
abreviados. O una sagacidad en uno de los cónyuges
que permita al otro el triunfo o la adhesión a las cosas
sencillas, triviales, sin discutirlas. VERA VALDOR
viernes, 8 de junio de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario