1. Quisiera ser muchas cosas.
Les confieso la primera.
¡Con fuerza deseo ser
una virgen de madera!
2. Hecha con cierta rudeza,
plena de rusticidad.
Salpicada con cien nudos.
Sencillez, simplicidad.
3. Pobre el vestido y el manto,
pies descalzos y sufridos.
Actitud de protección
en mis brazos extendidos.
4. Ojos plácidos, serenos,
En mi rostro una expresión
que con bondad y dulzura
invite a la confesión.
5. Vulgar madera nudosa
tallada a simple cuchillo.
Sin afeites ni pintura,
sin color, sin ningún brillo.
6. En un altar lateral
de una pequeña capilla.
Que acuda a mí con su fe
la gente buena y sencilla.
7. Y escuchar atentamente
la vocecita inaudible
que convierte a lo trivial
en pecado muy temible.
8. Ser un dulce recipiente
de quejas y de clamores,
rosario de muchos males,
retahila de dolores.
9. Apuntalar, comprensiva,
alguna fe vacilante.
Prestar báculo adecuado
al cansado caminante.
10. Oír con una sonrisa
la simplicidad de un niño.
Para él enormidad.
Y escucharlo con cariño.
11. Confortar a la mujer
que me cuenta su sufrir,
sus problemas femeninos
en el diario convivir.
12. Ser lienzo que purifica
cualquier humano dolor.
Que enjuga gotas de sangre,
las lágrimas y el sudor.
13. Infundir un nuevo brío
en el hombre acongojado.
Que se siente incomprendido,
atropellado, engañado.
14. Dar a ancianos temerosos
transidos de desengaños,
más fe y resignación
para sus últimos años.
15. Que el dolor que se me entrega
humanice mi madera.
Y se transforme el dolor
en lágrima verdadera.
16. Que mi rostro de madera
irradie serenidad.
Que sirva de útil consuelo
a la pobre humanidad.
17. Si pacificar pudiera
el alma de cualquier ser,
una virgen de madera
¡es lo que quisiera ser!
VERA VÁLDOR
jueves, 16 de septiembre de 2010
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