1. A pesar que tus brazos me aprisionan
en momento sublime que bendigo,
no vivo en plenitud esos instantes
de compartir un gran placer contigo.
2. Me enredas a tu cuerpo varonil.
Y cohibida de dicha y de placer,
yo siento que en tus brazos solamente
advierto que yo soy una mujer.
3. Esta hembra en extremo complacida
sin embargo se siente contrariada.
La candente pasión que por ti siento
es causa de vivir muy perturbada.
4. Evidencia total que estamos juntos
es la que tengo junto a ti en el lecho.
Pensamientos de angustia y soledad
me alejan mentalmente de tu pecho.
5. Pues se funde tu carne con la mía
y en lugar de entregarme a esa pasión,
en el amor por ti sigo pensando
y el pensamiento enturbia mi razón.
6. Y me pongo a evocar paso por paso,
recuerdos del pasado y del presente.
Las diversas etapas del amor
que conmueven y anidan en mi mente.
7. Mis momentos vividos junto a ti
que mi mente atesora con cuidado.
Mil detalles de lides amatorias,
combates sostenidos con mi amado.
8. A pesar de mi amor superlativo
y gozar plenamente del encuentro,
yo no puedo evitar ni aún en el lecho
la especial propensión que llevo adentro.
9. Mi gran necesidad espiritual,
el ansia que despierta tu persona,
a pesar de la carne y su embriaguez
impiden que repose mi neurona.
10. Y en el sublime instante del placer
entrelazada a ti muy fuertemente
yo no pierdo detalle del encuentro
y lo añado al tesoro de mi mente.
11. En el fragor de esta pasión candente
mi memoria custodia cada instante.
Es archivo de eróticos encuentros
que he vivido y que vivo con mi amante.
12. Otra faz del misterio del amor.
¿Cómo es posible que la unión carnal
aparente gran dueña del momento
permita mi accionar intelectual?
13. ¿Te extraña mi aparente distracción
cuando tú te estremeces junto a mí?
No me creas ausente de esa dicha.
Es que contigo estoy... ¡pensando en ti!
VERA VALDOR
viernes, 25 de febrero de 2011
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