1. "Al que es buen mozo todo le pinta"
Este aserto yo a veces repetía cuando con alborozo yo jugaba
y algunos adminículos graciosos de tu elegante cuerpo yo colgaba.
2. Entonces me gustaba solazarme con tu paciencia casi paternal.
Era un juego sencillo y repetido que alegraba la vida marital.
3. Me dejabas hacer lo que quería sin fastidio, talvez muy complacido.
Los mejores instantes fueron esos que recuerdo en mi vida haber vivido.
4. Hoy te veo, perdida tu sonrisa, los párpados cubriendo tu mirada.
Tu carne ahora yacente, dura y fría y en tu boca la mueca de la nada.
5. Las luces de las velas parpadean alumbrando tu rostro amargo y recio.
Un rictus dibujando el postrer gesto de amargura y dolor, talvez desprecio.
6. A través de tus labios entreabiertos veo el blanco adoquinado de tus dientes.
Que apretaron mi carne muchas veces como garfios lascivos, relucientes.
7. ¡Qué guapo estás, mi amor, en tu ataúd! Yo te creo durmiendo y no advierto
que ese cuerpo por mí tan adorado ya no te alberga más ¡porque estás muerto!
8. Tu belleza viril, arrolladora, me sigue atrayendo en demasía.
Querría conjugarme en un abrazo aunque sé que tu carne yace fría.
9. Me he vestido de fiesta para tí. Y en tu rostro cetrino, duro y frío,
han de estamparte mis pintados labios cientos de besos dados con gran brío.
10. Que no falten mis besos en tu tumba. Y además, cual si fuera un homenaje,
he de enredar en tus deseadas manos mi trusa fabricada con encaje.
11. Aquella que en el lecho del placer, entre miradas dulces y sonrientes,
con tu gracia, pasión y picardía, jugando me quitabas con tus dientes.
12. A la luz mortecina de los cirios luce de seda tu anhelada piel.
Y siento en mis entrañas el impulso de probar aquí tu sabor de miel.
13. El olor de la cera me hipnotiza. No puedo por tu muerte yo estar triste.
Plena estoy de alegría inextinguible por la dicha cuantiosa que me diste.
14. ¡Qué bello estás, mi amor, en tu ataúd! Contemplarte me llena a mí de gozo.
¡Si hasta la mortaja te está bien! ¡Mi amante eterno! ¡Mi varón hermoso!
VERA VALDOR
viernes, 17 de febrero de 2012
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