1. A las fuerzas creadoras de este mundo,
culpables de su loca algarabía,
en nombre del rebaño femenino,
presento mi demanda en este día.
2. Observadora del terrestre entorno,
considero a esas fuerzas responsables
de muchos de los males que sufrimos,
de muchas circunstancias indeseables.
3. Las mujeres sufrimos la desgracia
de tener nuestro túnel precintado.
El acceso al misterio y al placer,
está por sutil tela custodiado.
4. Ese trozo de carne es muy liviano.
Pero llega a pesar en demasía,
por carga gigantesca de prejuicios
que el mundo nos endilga cada día.
5. ¿Por qué me precintaron? -me pregunto.
¿Por qué simbolizaron la moral,
por qué asignaron tal categoría,
a un trozo de mi piel, superficial?
6. Me enseñaron en tiempo de mi infancia
a cuidar con unción a mi membrana.
Que a su dueña perderla convertía
en sucia, indecorosa barragana.
7. Con tesón presionaron mi conciencia.
Transformaron mi virgo malhadado,
ese tenue precinto natural,
en reja con cadenas y candado.
8. La delgada compuerta fue motivo
de contínuas, variadas prevenciones.
Y fue así que quedé traumatizada
y enredada en un mar de inhibiciones.
9. Rasgarlo era pecado capital.
¡De tal manera trabajó mi mente
que vestal de forzada abstinencia,
al amor me negué rotundamente!
10. Huí de los placeres de la carne.
La experiencia sexual quedó vedada.
No quise que ninguno abriese paso
a mi lujuria muy encadenada.
11. A nadie yo entregué mi carne tibia.
La tenaz y brutal virilidad
no pudo destrozar con su embestida
mi escudo de forzada castidad.
12. Yo no quise sentirme depredada.
¡No quise padecer la humillación
de que un hombre lascivo y altanero
se jactara de mi desfloración!
13. El cortinado de mis genitales
no quise que hombre alguno lacerara.
La puerta de mi infierno vaginal
no quise que algún falo destrozara.
14. Yo creí que era un acto de liturgia
la sagrada apertura del arcano.
Y tenaz, impedí en toda forma,
que lo intentase hacer un ser humano.
15. Dominé mis impulsos genitales.
Con avaricia resguardé el tesoro.
Y creí ser la reina triunfadora
por haber custodiado mi decoro.
16. Pasaron muchos años y ya adulta,
harta de los amores que no tuve,
en la alta noche, solitaria pienso
en hombres conque nunca me entretuve.
17. ¡Vivo angustiada en mi desierto lecho!
El orgullo y desdén en un rincón.
Pensando en mi cercana sepultura
he llegado a una triste conclusión.
18. Cuando yaciente, fría e indefensa
yo me pudra en la fosa sepulcral,
un bicho repulsivo, violador,
visitará mi antro vaginal.
19. Tragará mi tesoro virginal...
Lo nunca permitido a un ser humano,
mi indefensión tendrá que tolerar...
¡Desflorada seré por un gusano!
VERA VALDOR
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