viernes, 2 de noviembre de 2012

LADRONA DE PLACER

1. Te contemplo enfrascado en tu trabajo.
Muy dedicado a tu labor mental.
Se advierte que funciona plenamente
tu recio mecanismo neuronal.
2. Me acerco suavemente hasta tu mesa
cual gata que maulla su impaciencia.
Y molesto por ser interrumpido,
tu mirada demuestra indiferencia.
3. Mas me siento lasciva gata en celo.
Y apelando a mi juego seductor,
te invito con mis gestos y susurros
a la candente fiesta del amor...
4. Ya te tengo en el lecho junto a mí.
Ya tu carne comparte mi ritual.
Pero aún en tu mesa de trabajo
permanece tu esfera cerebral.
5. Necesito cambiar tu pensamiento.
Tras mi dulce sonrisa delicada,
comienza con arrullos y mohines,
una lucha tenaz y despiadada.
6. Combato por lograr la integración
de tu carne y tu mente con la mía.
Que en aras de mi carne y de mi sangre
olvides la labor que te afligía...
7. Esa lucha termina con mi triunfo.
¡Orgullosa de ser la vencedora!
Le ha robado a tu carne un gran orgasmo,
mi felina pasión devoradora...
8. Relatar este encuentro es muy sencillo.
Parece un episodio muy trivial.
Mas se torna dificil este logro
si está en juego algo más que lo carnal.
9. Me complace tejer mi filigrana
agitando tu sangre indiferente.
La someto a un batido imperceptible
que transforme tu sangre en un torrente.
10. ¡Y se mueve tu sangre en torbellino!...
Al compás de palabras susurradas...
Ora suaves, muy dulces y mimosas...
Ora recias, cortantes, despiadadas.
11. Vocablos de apariencia angelical
que mezclados con giros muy procaces,
penetran en tu mente indiferente
sembrando las ideas más audaces.
12. A la par que introduzco en tus oídos
mi susurro y palabra almibarada,
yo refuerzo el propósito buscado
clavándote en tus ojos mi mirada.
13. Ostenta mi mirada fuerte brillo.
En ella se refleja intenso fuego.
Expresa su fulgor apasionado
que pido amor carnal ¡y te lo ruego!
14. Construyo el andamiaje de tu orgasmo
armando pieza a pieza con paciencia.
Y compruebo con júbilo interior
que yo transformo así tu indiferencia.
15. Con locura tal vez desmesurada,
haciendo gala de insolente brío,
esta hembra fogosa a su varón,
le quita su aparente mental frío.
16. Impúdicos suspiros de mi boca,
mil vocablos de erótico entusiasmo,
permiten tras batalla placentera
que yo sea ¡ladrona de tu orgasmo!

     VERA VALDOR

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