domingo, 18 de julio de 2010

¡ROBA MIS JOYAS DE CARNE!

Me han dicho que eres ladrón.
En mi casa hay más riqueza
que la que puede ostentar
una muy rica princesa.
Verás en mis aposentos
tules, sedas y damascos.
Ricas esencias guardadas
en valiosísimos frascos.
Verás cofres con collares
que no son de fantasía.
Y piedras que con su brillo
transforman la noche en día.
Admirarás brazaletes
y originales zarcillos.
Te asombrará cuantos son
mis dijes y mis anillos.
Obras de alta orfebrería
en platino trabajadas.
Perlas blancas, perlas negras,
piedras sueltas y engarzadas.
Y llamarán tu atención
marfiles en cantidad.
Trabajos de mucho precio
hechos en la antigüedad.
Verás tapices, pinturas
que envidiaría un museo.
Al alcance de tu mano
y a gusto de tu deseo.
Esa enorme cantidad
de riqueza que atesoro,
joyas, jarrones, pinturas,
objetos de plata y oro,
son obsequios que me han hecho
caballeros de linaje.
Cuando mi carne ofrecí
a su masculino ultraje.
Me ha dicho quien te conoce
que tú eres un ladrón.
Y yo te he dicho quien soy.
Conoces mi profesión.
Con intenciones de robo
entrarás a mi mansión.
Mas si algo tú me robas
¡serás muy torpe varón!
En el último aposento
decorado en bermellón,
se exhibe la mejor joya
de toda mi colección.
En un lecho con dosel
sobre seda carmesí,
desnuda como una perla
¡te estaré esperando a tí!
Cuando esté ante tus ojos
esta hembra en plenitud
¡dejarás de ser ladrón!
¡Ha de cambiar tu actitud!
Dejarás lo que es hurtable,
lo que yo pueda tener.
A cambio de concederte
¡un momento de placer!
Talvez no podrás dejar
-si de alma eres ladrón-
de llevarte alguna cosa...
¡Róbate mi corazón!
VERA VÁLDOR

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