viernes, 30 de julio de 2010

LADRONA DE FE

Hay sacrílagos ladrones
que a veces en pleno día,
roban objetos del culto
con temeraria osadía.

Yo no robo candelabros,
custodias, objetos de oro.
Yo acudo al templo a robar
la Fe, que es un gran tesoro.

El que roba, necesita.
Esta es verdad evidente.
Yo necesito la Fe
porque no nací creyente.

Nadie me otorgó la dicha,
no recibí el bien preciado.
Si lo hubiere recibido
mi vida hubiese cambiado.

Surgen en nuestra existencia
problemas sin solución.
Sólo pueden ser paliados
si hay Fe en nuestro corazón.

Cuando advertí esta verdad
que mucho me acongojaba,
fui a robar en las iglesias
la Fe que a mí me faltaba.

A la hora del rosario
yo busco en los rostros fieles
-cual abeja libadora-
el néctar para mis mieles.

Los rostros iluminados
por Fe vivificadora,
son recorridos por mí
cual abeja zumbadora.

Rostros apergaminados
que musitan con unción.
Caras frescas, juveniles,
que rezan con emoción.

Lentamente los recorro.
Cual pordiosera de amor,
yo voy libando la Fe
en sus gestos de fervor.

Abrigo yo una esperanza:
Que al ver robar tanta Fe,
Dios de mí se compadezca
y un poco de Fe me dé.

Vera Váldor

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