domingo, 9 de mayo de 2010

CRIMEN EN MI VIENTRE

CRIMEN EN MI VIENTRE

¡Qué frío hacía esa tarde!
Me crucé con poca gente.
Ninguno podía verlo.
Yo lo llevaba en mi vientre.

Era yo mujer muy pobre.
Sin esperarlo llegó.
No quise que fuese pobre.
Tan pobre como era yo.

El niño llegó a mi vida
simplemente por descuido.
Yo no quise que sufriera
lo que yo había sufrido.

Vacilante, me asusté.
Y me pareció un favor
que arrancaran de mi seno
el fruto de aquel amor.

¡Qué frío hacía esa tarde!
Yo no miraba a la gente.
No era yo. Éramos dos.
Lo mataron en mi vientre.

Jamás podré olvidarlo.
A mi pobre criatura,
por mi voluntad le dieron,
albañal por sepultura.

¡Quién sabe qué sucia rata
o despreciable alimaña,
se alimentó aquella tarde
con despojos de mi entraña!

Aliviada regresé.
Ya no estaba el vientre tibio.
Y me sentí liberada.
Mas duró poco el alivio.

Creí que lo había expulsado
a pedazos, totalmente.
Pero estaba equivocada.
Algo se quedó en mi mente.

En mi torrente sanguíneo
mi niño debió inyectar
una substancia expiatoria
que me impedía olvidar.

¡Qué frío hacía esa tarde!
La tendré siempre presente.
Jamás la podré olvidar.
Hubo un crimen en mi vientre.

Días después de aquel día
yo creí volverme loca.
Las palabras "¡Lo he matado!"
no caían de mi boca.

Trajinando sin sosiego
las calles de mi ciudad,
buscaba en niños, el rostro,
del que mató mi maldad.

¿Es que, Señor, fue el castigo
a un proceder poco cuerdo?
Yo no lo amé en mi seno.
Lo amé luego, en el recuerdo.

El aparente motivo
fue mi absoluta pobreza.
Pero debí defenderlo
con amor y con fiereza.

Hoy pienso que fue funesto
romper aquel embarazo.
¿No dicen que todo niño
trae sustento bajo el brazo?

Para el hijo de mi amor
era bastante riqueza
el palacio de mi vientre
para albergar su pobreza.

Señor ¿Por qué me dejaste
proceder con cobardía?
Hoy te hago esta pregunta.
No te la hice ese día.

Por mi error de aquel entonces
yo he sido muy castigada.
Nunca más podré en mi vida
¡ay! sentirme embarazada.

Una horrible depresión
fue mi castigo y condena.
Yo la acepté resignada,
sin rabia, con mucha pena.

Ya no pido a Dios perdón.
Que no se cierre mi herida.
Quiero llevar esta cruz
por el resto de mi vida.

¡Qué frío hacía esa tarde!
Para el niño de mi amor,
de vez en cuando yo arrojo
al albañal una flor!...

CANTO :

Mi ángel no está enterrado.
¿Adonde pongo las flores?
¡Porque carece de tumba
el niño de mis amores!

VERA VÁLDOR

______


























No hay comentarios:

Publicar un comentario