

VALORES NO DECLARADOS
Una vez viajé en avión.
Aduaneros inspectores
me pidieron que yo hiciese
declaración de valores.
Lo que llevaba conmigo
tenía que declarar.
Para no pagar impuestos
al quererlo regresar.
Me dieron un formulario.
Y escribí muy desenvuelta,
cuales eran mis riquezas
que traería yo de vuelta.
Un par de piernas esbeltas
de aspecto muy incitante.
Un par de mamas torneadas
por escultor muy galante.
Un par de ojos febriles
con mirada pecadora.
Un par de labios muy rojos
con sonrisa aduladora.
Un par de elásticos brazos,
una cintura juncal.
Un par de glúteos marmóreos,
paradigma escultural.
Un dental doble collar
hecho de marfil perlado.
Una garganta turgente
de reflejo nacarado.
Y coronando el paisaje
una negra cabellera
que cuando yo dejo libre
va a jugar con mi cadera.
Añadí cambiando el tema
-Además soy poseedora
de vocablos que pronuncio
con voz muy arrulladora.
Firmé y entregué la lista.
El aduanero extrañado
me dijo -Disculpeme
pero usted se ha equivocado.
Según lo reglamentado
usted debe declarar
si se lleva un grabador
o máquina de filmar.
El tesoro que usted lleva,
Dios se lo guarde, señora,
no es materia impositiva.
Esto al menos, por ahora.
El inspector, muy galante,
sonriendo rompió el papel.
¿Es posible -comenté-
que yo no pague arancel?
Con todo lo que poseo
en riqueza corporal.
Ostentando claramente
mi tesoro espiritual?
¿Es posible que a la aduana
nada de eso la conmueva?
¿Que preste más atención
a una maquinita nueva?
Pienso que los reglamentos
debieran se enmendados.
¡No pueden ser mis riquezas
valores no declarados!
VERA VÁLDOR
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